La 67ma Comisión Ballenera contrarrestó la apertura de la caza comercial presentada por Japón y varias resoluciones en conservación marina fueron aprobadas, dando buen ejemplo la presencia de Uruguay -tanto gobierno como sociedad civil-.
Si bien el Santuario del Atlántico Sur fue rechazado nuevamente, propuesta que lleva 15 años siendo negada; otras importantes resoluciones mostraron que aún existen esperanzas en la modernización de la CBI.
Ya era de esperar que el Santuario de Ballenas para el Atlántico Sur no se adoptase, aunque faltaron menos votos de los esperados. La presencia oficial de la delegación estuvo representada por el actual cónsul de Florianópolis el embajador Daniel Botta. Asimismo la Organización para la Conservación de Cetáceos OCC-Uruguay (director Rodrigo García P.) estuvo representada brindando apoyo y asesoramiento al delegado de gobierno cuando así lo requirió. La OCC apoyada por Cetacean Society International y Ocean Care, alineadas con los gobiernos latinoamericanos y demás organizaciones contribuyó a fortalecer la cooperación en materia de conservación de cetáceos en América Latina y el Caribe.
La postura tanto del gobierno como de las organizaciones de 10 países latinoamericanos es clara y contundente: la caza “sostenible” no es una opción, ni hay poblaciones “saludables” de ballenas ni la caza “científica” es necesaria. Y valen mucho más vivas para las economías locales y como servicio ecosistémico hoy más que nunca ante el avasallador cambio climático. El Santuario del Atlántico Sur SAWS no fue aprobado (se precisaba ¾ de mayoría), una de las propuestas que lleva más de 10 años sin tener éxito, sin embargo ha sumado nuevos países africanos, como Benin y otros europeos.
Destacando la importancia de la recuperación de numerosas especies como bien común para la humanidad y los beneficios que genera el turismo responsable de observación de cetáceos que generan más ingresos económicos (2 billones de dólares al año) que su matanza. La Declaración de Florianópolis es otra resolución importante que recalca la oposición a la propuesta de Japón “The Way Forward of the IWC”, que propone establecer un Comité dedicado a la caza “sostenible” de ballenas. Inaceptable. No existen poblaciones “saludables” de ballenas tal como lo argumentan. Y los aborígenes que sobreviven gracias a las ballenas son rara excepción, la subsistencia alimentaria no depende de las ballenas. Asimismo se busca mayor cooperación para la conservación de ballenas, con otros acuerdos internacionales pertinentes, tales como la Convención sobre la Diversidad Biológica, las Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres y la Organización Mundial del Turismo para coordinar acciones para la apropiada ordenación y conservación de ballenas y la promoción de su uso sostenible no letal.
La polarización de la CBI sigue reflejando la ambigüedad de cuando fue creada en 1946 con otros fines, que predomina cuando se proponen propuestas de modernización en la Plenaria de la CBI, adecuadas a los tiempos que se viven, donde la conservación va de la mano del uso sostenible no letal (turismo responsable de observación / whalewatching, pero no de la matanza de ballenas. Las ballenas valen mucho más vivas que muertas, es una frase ya histórica, que sigue prevaleciendo y que además de un bien común de la humanidad, son cruciales para la salud de los océanos como gigantescas fertilizadoras y sumidero de carbono, regulando así el efecto invernadero/cambio climático.
Las ballenas brindan mucho más de lo que imaginamos.
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